¿Qué es la Terapia Gestalt? ¿De qué hablamos?

La terapia Gestalt es una forma de psicoterapia centrada en la conciencia de sí mismo que se enfoca en el aquí y ahora. La palabra “gestalt” proviene del alemán y significa “forma” o “configuración”, y sugiere la idea de que la totalidad es mayor que la suma de sus partes. Esta forma de terapia ayuda a las personas a comprender cómo están interrelacionados sus pensamientos, sentimientos, emociones y acciones, lo que puede tener un profundo impacto en su vida diaria. Esta comprensión mejora la capacidad de las personas de solucionar sus problemas, satisfacer sus necesidades y tomar decisiones más acertadas.

Los principios de la terapia Gestalt

La terapia Gestalt se basa en varios principios que pueden ayudar a las personas a comprender mejor cómo interactúan con el mundo. Estos principios incluyen el reconocimiento de la conciencia de uno mismo, la responsabilidad personal, la aceptación de uno mismo, el reconocimiento de la interrelación entre el pasado y el presente, la aceptación de la incertidumbre, el reconocimiento del potencial para el crecimiento, la búsqueda de la autenticidad, el respeto a la individualidad de la persona, la noción de los límites de uno mismo y el reconocimiento de la interdependencia entre la persona y el entorno.

Entre los principios de la terapia Gestalt mencionados, aquí presentamos aquellos que pueden ayudar a las personas a llevar una vida más significativa y satisfactoria.

La terapia Gestalt se basa en varios principios que pueden ayudar a las personas a comprender mejor cómo interactúan con el mundo.

La responsabilidad personal

La responsabilidad personal se refiere a la idea de que la gente es responsable de sus acciones y sus vidas. Esta responsabilidad no solo se refiere a la responsabilidad legal y moral, sino también a la responsabilidad de tomar la iniciativa para vivir la vida de la mejor manera posible. El terapeuta Gestalt cree que la responsabilidad recae completamente en el paciente y no en las circunstancias que los rodean.

Tomar la responsabilidad de las propias acciones y vida permite a las personas desarrollar un sentido de control sobre su futuro, lo que les ayuda a tomar decisiones informadas, responsables y saludables. Esta responsabilidad les ayuda a cultivar un sentido de dirección en la vida, lo que les permite tomar decisiones con base en sus propios valores y percepciones.

El aquí y ahora

Uno de los principales conceptos de la terapia Gestalt es el de “aquí y ahora”. Esta filosofía anima a las personas a centrarse en el momento actual, en lugar de ser arrastrados hacia el pasado o anticipar el futuro. A través del enfoque del “aquí y ahora”, el terapeuta Gestalt promueve el presente y ayuda a las personas a reconocer sus pensamientos, sentimientos y acciones actuales. Esto les permite abrazar el momento, sin preocuparse por el pasado o el futuro, y adquirir una mayor conciencia de sí mismos.

El terapeuta Gestalt también provee al paciente herramientas útiles para lograr una mayor comprensión de sí mismos, así como para aprender a lidiar con los problemas y enfrentar la vida de una manera más saludable. Estas herramientas pueden incluir ejercicios de relajación, visualización, meditación, escritura y reflexión, con el objetivo de promover una mayor consciencia del paciente respecto a sus pensamientos, emociones, reacciones y comportamientos. Estas herramientas son importantes para ayudar al paciente a liberarse de patrones de comportamiento que puedan estar limitando su capacidad de disfrutar de la vida y alcanzar su pleno potencial.

La conciencia de sí mismo

La conciencia de sí mismo es una parte vital de la terapia Gestalt. Esto significa que las personas deben ser conscientes de sus pensamientos, sentimientos y acciones. Al tener conciencia de sí mismo, las personas pueden comprender mejor sus propios comportamientos y tomar decisiones saludables. Esto se logra al hacer una pausa para preguntarse qué está motivando sus acciones, y observar cómo se sienten cuando experimentan pensamientos y emociones particulares. Esto ayuda a las personas a comprenderse a sí mismas, a desarrollar una mayor comprensión de sus motivos y a tomar decisiones que sean mejores para ellas.

Uno de los principales conceptos de la terapia Gestalt es el de “aquí y ahora”.

Conclusión

La terapia Gestalt es una forma de psicoterapia centrada en la conciencia de sí mismo que busca ayudar a las personas a comprender y satisfacer sus necesidades. Esta terapia se enfoca en el aquí y ahora, lo que significa que los pacientes deben tomar una mirada introspectiva sobre su forma de pensar, sentir y actuar. Esta comprensión profunda puede ayudar a las personas a superar sus problemas y alcanzar un mayor nivel de satisfacción en sus vidas.

Concluyendo, la Gestalt se basa en la responsabilidad personal, la acción consciente y la búsqueda de la verdad. Al comprender estos principios, las personas pueden aumentar su autoconocimiento y mejorar su salud mental. Esto, a su vez, les permite tomar decisiones saludables y alcanzar un mayor nivel de satisfacción en su vida, lo que les ayuda a vivir de una forma más plena, saludable y feliz.

¿Quieres saber más? ¡Entra en el enlace y ven a conocernos! Puedes encontrar más información en el siguiente enlace: http://www.escuelagestalt.com o llamando al TFN 913000321 o 669035344. Puedes visitarnos en nuestra dirección: C/ Francisco Silvela, 74, 1º 28028, Madrid, España.

Formación de terapeutas en Terapia Gestalt

 

UNA PSICOPATOLOGÍA BASADA EN LA RELACIÓN por Fernando García Gil.

En esta ocasión y con motivo de la formación de postgrado que desarrollamos en el Instituto de Psicoterapia Gestalt (M), compartimos con vosotros un artículo desarrollado por nuestro terapeuta Fernando García Gil.

Os dejamos el enlace directo a la revista especializada donde ha sido publicado para su difusión docente.

https://www.psicoterapiarelacional.es/Portals/0/eJournalCeIR/V13N1_2019/19_Review-Tizon_Psicopatologia-basada-en-la-relacion-I_CeIRV13N1.pdf

Fernando García Gil es Psicólogo y miembro titular de la Asociación Española de Terapia Gestalt y de la Asociación Española de EMDR. Formación en Psicoanálisis Relacional, en Terapia Sistémica y en Hipnosis Clínica. Desarrolla su actividad profesional en el Instituto de Psicoterapia Gestalt de Madrid como psicoterapeuta y formador en psicopatología. Desde 1992 ha trabajado en diferentes recursos públicos y privados en el campo de las adicciones.

CRECIMIENTO PERSONAL EN EL EMBARAZO Y PUERPERIO por Erika Kjellander.

El embarazo y el puerperio son etapas muy fructíferas para el crecimiento personal. Es un periodo de la vida para aprovechar al máximo y resulta una ocasión especial para la transformación personal y la superación de nuestras asignaturas pendientes. Invertir en una psicoterapia en éstas etapas es especialmente importante, tanto para el progenitor como para el hijo, porque ejercemos de padres lo mejor que podemos según las vivencias en la propia infancia, nuestra historia personal y el nivel de conciencia que tenemos de nosotros mismos.

En el enfoque gestáltico encontramos apoyo y acompañamiento para atravesar nuestra maternidad o paternidad con conciencia, presencia emocional y bienestar. El contacto profundo con nuestro bebé es una valiosa oportunidad para acceder a nuestro mundo interno. Los adultos aprendimos a desconectarnos de nosotros mismos, pero el bebé viene al mundo conectado con sus sensaciones y sus necesidades. Los padres podemos aprender mucho con nuestro bebé porque en la relación con el pequeño emergen emociones y salen a la luz vivencias de la propia infancia que necesitamos escuchar para crecer como personas.

Resulta interesante comenzar un proceso terapéutico cuando empezamos a conectar con el deseo de ser madre o padre. Convertirnos en madre o en padre puede ser una vivencia profundamente empoderante y llevarnos por un camino satisfactorio de realización personal. No obstante, nos interesa saber si nuestras expectativas están basadas en una fantasía o en nuestras auténticas necesidades y deseos. Muchas personas seguimos fantaseando con una maternidad idealizada, romántica y perfecta que nos va a proporcionar felicidad y satisfacción constante. La realidad es que la maternidad puede resultar una vivencia transformadora y gratificante, pero al mismo tiempo es una gran responsabilidad. La maternidad no siempre es un camino de rosas, supone también una pérdida de libertad personal y de tiempo propio. Suele implicar dejar de realizar algunos de nuestros proyectos personales durante varios años, mientras cuidamos y atendemos generosamente a otro ser. También conviene revisar en terapia si nuestra relación de pareja es funcional y satisfactoria porque, la calidad de la relación entre los progenitores como pareja, influirá en el desarrollo del hijo.

El embarazo es un tiempo de maduración del bebé y también un tiempo de preparación de los padres para hacernos cargo de la criatura y asumir nuestro nuevo papel. En la etapa del embarazo, la gestante y el feto son una constelación maternal, son uno y son dos a la vez, fusionados emocionalmente, en simbiosis. Es importante saber que ésta fusión madre-bebé, continúa después del parto. También es importante saber que las emociones que no encuentran un cauce consciente, se somatizan. Por el fenómeno de la fusión emocional, el bebé manifiesta todas las emociones, las suyas y también las nuestras, sobre todo las que los padres no reconocemos conscientemente. Por eso entendemos que reparar aspectos profundos de nuestra propia historia, es un trabajo de prevención para el bebé, porque inconscientemente transmitimos lo automático, que no siempre nutritivo, de generación en generación. Atender nuestras emociones e integrarlas con conciencia, resultará enormemente beneficioso para nosotros mismos y para nuestro bebé.

Un parto siempre es una experiencia impactante. Cuando su ritmo es respetado con sensibilidad y tenemos la oportunidad de vivir activamente el proceso, es sentido como un potente logro transformador. La situación neurohormonal y de vulnerabilidad y apertura en la que nos hallamos durante el parto, nos hace especialmente sensibles al ambiente y al trato recibido. Cuando hemos tenido una experiencia intensa, necesitamos hablar de lo que nos pasó, poner conciencia, elaborar e integrar nuestra vivencia.

El primer año de vida es considerado un periodo de embarazo extrauterino, una etapa caracterizada por la fusión emocional, que hemos comentado anteriormente, entre madre y bebé. En los mamíferos en general, las primeras horas posteriores al parto se considera un periodo crítico en el proceso de creación del vínculo entre progenitor y cría. Al comienzo de la vida se construyen la confianza básica y la capacidad de amar, a través de la íntima relación con la persona que realiza el maternaje. Lo que el bebé necesita es contacto, presencia y seguridad para que toda su energía quede disponible para el crecimiento. Las madres también necesitamos al bebé y nos sentimos mujer adulta y bebé simultáneamente. De manera natural recuperamos situaciones que nos conecta emocionalmente con etapas pre-verbales y emergen aspectos de la niña que fuimos. Este fenómeno facilita que sintonicemos con nuestro bebé, ayuda a descodificar las señales del bebé y adecuar nuestras respuestas a las necesidades del pequeño.

Comprender los espacios emocionales que transitamos las madres y los padres durante el embarazo, el parto y la crianza de los hijos, es clave. Un padre también puede experimentar una crisis, sobre todo, como a veces ocurre, se ve con un rol indefinido y desenfocado. Es más probable que un padre decida comprometerse y vincularse si comprende que su papel es fundamental. La función paterna primero es de sostén emocional, entre el nacimiento y los dos años. Sostener la maternidad significa apoyar emocionalmente a la madre para que ella pueda sostener emocionalmente al bebé. Cuando el padre protege la díada y facilita la fusión madre-bebé, se fortalece el vínculo en la pareja. Y a medida que el bebé va creciendo, necesita cada vez más el contacto con su padre, que le da apoyo y seguridad para salir a explorar el mundo. En esta fase, los padres retoman un vínculo recíproco de apoyo entre ellos, y ambos sostienen la crianza del niño. Por eso es tan importante visibilizar al padre y su mundo emocional también, para que pueda atravesar las dificultades que surgen de una manera consciente.

En una terapia vivencial como es la Gestalt, los padres podemos aprender a ser más conscientes y responsables de nuestra experiencia, para poder comunicarnos y acompañar a nuestros hijos de manera afectuosa y con una actitud respetuosa. Interiorizar una actitud parental que favorezca un desarrollo psicoafectivo sólido en el niño, no se consigue sólo a nivel intelectual, es decir, no basta con repetir una serie de recetas de comunicación. Una actitud no se aprende en un libro, una actitud se aprende en relación, en contacto. Los padres muchas veces nos encontramos con un entorno lleno de opinólogos y supuestos expertos que cuestionan nuestras formas de llevar la crianza de los hijos o nos indican cómo debemos hacer las cosas. La información que nos aportan los profesionales suele ser muy valiosa, nos da una referencia y puede servir para orientarnos, no obstante siempre es fundamental escuchar nuestras intuiciones y dar importancia a nuestras necesidades específicas. No hay una única manera de hacer las cosas y cualquier práctica, también la crianza respetuosa, hay que adaptarla a lo que conocemos de nosotros mismos, a nuestro ambiente y a nuestras diferentes situaciones vitales.

En Gestalt se legitiman la escucha interna, las emociones y nuestra intuición. Se apoyan las expresiones instintivas de la maternidad para que recuperemos nuestra capacidad de contacto real con nuestras necesidades y poder sintonizarnos emocionalmente con las del bebé. Para vivir la maternidad y la paternidad con plenitud, es fundamental aceptar a la madre o al padre real que somos, de carne y hueso, para poder valorar lo que funciona satisfactoriamente y también poder reconocer nuestros límites y dificultades. La revolución hormonal, emocional y la experiencia de la crianza, es una oportunidad especial para un camino de apertura y de crecimiento personal.

Cuando los padres contactamos con nuestras vivencias tempranas y tomamos conciencia de nuestras necesidades, también estaremos más sensibles y receptivos para percibir las necesidades del bebé, y por eso, según avance la terapia, la experiencia relacional que co-creamos los progenitores y el bebé irá siendo más empática, respetuosa y saludable. Cada persona decide si quiere vivir su proceso de maternidad o paternidad concientemente, indudablemente es un esfuerzo que merece la pena.

 

Artículo elaborado Erika Kjallander.

 

¿Por qué no puedo cambiar? Las resistencias

En concreto las resistencias o defensas pueden ser entendidas en la forma como se relaciona el paciente con nosotros. Mantener la estructura de la personalidad supone mantener las defensas que han mantenido dicha estructura. Otra mirada a las defensas podrían ser los enactment, es decir, aquel conjunto de repeticiones entre el terapeuta y el paciente que ponen en escena un aspecto que va más allá de los conciencias de ambos. Es decir, ambos han reaccionado automáticamente según modos predeterminados de reacción, y ambos han generado y han contribuido a generar un bloqueo.  No es solo una repetición y es un aspecto que uno suele mirar después de establecerse el encuentro entre ambos.

La resistencia a veces cobra un valor clínico importante. En la terapia de mentalización, ocurre que a menudo el terapeuta se ve tentado a discutir con el paciente. En este momento es preciso darse cuenta del enactment que se está produciendo en la sesión para poder retroceder y entender lo que está sucediendo. Y todos las terapias requieren rupturas. A veces son micro rupturas que se reparan solas. Sullivan decía que el psicoanálisis es positivo cuando algo no anda suficientemente bien. Y vemos que algunos pacientes discuten con el terapeuta por ejemplo para repetir un modo conocido de relación y otro para decirle a la madre o al padre aquello que no pudieron transmitirle. Pero en este caso lo hacen con el terapeuta.

Y lo profundo de la patología es de carácter procedimental, no es simbólico. Lo que buscamos no es aquello que se resuelva sólo a través de la palabra. La resistencia no es sólo no recordar, es no estar en contacto con el terapeuta y tampoco podrá estar en contacto consigo mismo. Freud decía que resistencia es todo aquello que se opone al progreso de la terapia pero no es sólo eso, no es solo interpretar aquello que se opone a la terapia.

Otro tipo de resistencia es el beneficio secundario por ejemplo a través de la enfermedad y la enfermedad después de tiempo puede aparecer como teniendo vida propia. Las resistencias más obvias son las demandas iniciales. Por ejemplo, quiero cambiar pero quiero seguir igual, esta es una gran resistencia. Es como lanzar piedras a aquel que viene a ayudarte.

Veamos algunas de las resistencias que plantean los paciente en las terapias o las personas en general para poder evolucionar.

  1. Una de las más clásicas es el temor a ser influenciados. Porque una cosa es cambiar y otra cosa es querer ser cambiado. En terapia queremos que nos arreglen la neurosis, queremos que nos arreglen lo que nos hacer sufrir, porque aún siendo así, es la mejor forma que hemos encontrado para sobrevivir. y esa es la primera demanda. Y la persona que viene a terapia nos propone como tenemos que relacionarnos con él. Propone por ejemplo el juego de la seducción porque es lo que ha aprendido a hacer. Y hay que jugar sin dejarse seducir o no seducir del todo. Y cuando se empieza a profundizar surgen miedos…es un proceso lento que necesita el apoyo del vínculo que establezca seguridad, según los planteamientos del apego.
  2. Otro temor o resistencia es a la indefensión y a la vergüenza. Nuestras defensas es lo mejor que hemos conseguido para sobrevivir. Cuando la persona salva esta indefensión podemos disfrutar mejor de la vida, tener sentido del humor y ser capaz de hacer mínima autocrítica de nuestras acciones.  Alguien en este momento puede decirte que te has pasado y poder reconocer aquello que en otro momento estaba en la sombra. Y es bueno poder transmitir nuestras sensaciones al paciente a modo de la terapia relacional o la terapia Gestalt. Que nuestras sensaciones no se pudran dentro de la mente del terapeuta, poder transmitirlas y dosificarlas.
  3. Otra resistencia es el temor a ser expulsado del grupo original. Hablamos del desarraigo. Es una de las ansiedades más potentes. Me alejo de la familia y cuanto más me alejo más fuerte es el empuje de volver a acercarme. Algunas personas nos comentan “me fui fuera de casa a Londres y luego volví como si nunca me hubiese ido”. O bien se lanza uno a la piscina sin saber si hay agua y es lo que llamamos contrafobia. Nadie quiere traicionar a su familia, y le decimos tienes que salir de ahí…pero hacia donde voy o a donde voy. En otros momentos la terapia funciona la persona cambia y se independiza y encuentra comentarios del tipo.. ¿Qué te ocurre? Estás cambiando, ¿qué te está haciendo la terapia?.
  4. Otra resistencia es el miedo a crecer. Son los síndromes de Peter Pan. Y le preguntamos a las personas ¿cuál es tu previsión de futuro? Y a veces esta pregunta da miedo porque lo peor no es que tú mires al abismo sino que el abismo te mire a ti. Abandonar la infancia es abandonar la rabieta por lo no recibido, incluso diría abandonar la venganza por lo no recibido, que a veces se desplaza a otras personas. Un heroinómano para salir de  su guarida o de su familia consumidora tiene que abandonar su círculo de referencia, el circulo de consumo y buscar otras referencias diferentes, salir de ese círculo destructivo para poder avanzar.
  5. Otra resistencia es conectarse con la alegría y poder valorar las cosas. Para evolucionar necesitamos valorar este tipo de sensaciones y emociones. Aquel que se identifica con lo bueno que recibe del entorno puede crecer, aquel que se identifica con aspectos autodestructivos puede incluso destruir el entorno. Y a veces cuando empezamos a arreglarnos por dentro nos da miedo y abandonamos no vaya a ser que tenga que dejar de hacer lo que hago siempre, lo conocido, aunque me esté haciendo daño o me esté castigando. Conectar con la alegría, con el orgullo sano, con nuestras propias capacidades nos nutre y alimenta. Algunas personas no pueden recibir nada del exterior porque su expectativa fue y es el rechazo, el dolor o la humillación. La alegría sin embargo es una emoción que nos construye por dentro. Nadie se puede construir sin esa emoción. Algunas personas confunden alegría con sensaciones de placer. La alegría inunda toda la personalidad y construye , en cambio el placer se refiere sólo a una parte de nuestro self, solo a un momento. Además la alegría compensa otras emociones como la ansiedad, la tristeza o incluso la vergüenza. Muchas personas no pueden recibir la alegría del encuentro, del vínculo, la valoración del esfuerzo propio o la del otro. No diferencian aquello que construye de aquello que destruye.

Artículo publicado por: Fernando García Gil. Miembro del equipo del Instituto de Psicoterapia Gestalt.